LAS PREOCUPACIONES DEL CENTRO ANTE LAS ALERGIAS ALIMENTARIAS INFANTILES

Las alergias alimentarias son reacciones anómalas del organismo que suceden tras la consumición de alimentos o derivados. Incluso, puede originarse por simple contacto o respirando de su olor.

En la actualidad, 1 de cada 25 niños sufren algún tipo de alergia, como la leche de vaca (lo que denominamos intolerancia a la lactosa) o los huevos (denominado intolerancia al gluten). Estos alimentos son los más comunes que originan alergias en los primeros 5 años.

También, hay alergias al pescado y a las legumbres y suelen ocurrir a los 2 años. Otro de los alimentos que se suele ingerir en mucha cantidad y que a los niños les encanta, son los frutos secos. Hoy en día, las alergias alimenticias a los frutos secos se dan en muchos más casos porque se empiezan a dar antes de lo que recomiendan los médicos o pediatras. 

Cualquier tipo de alergia que se desarrolle en la infancia, puede seguir durante toda la vida o puede desaparecer a lo largo del tiempo. Hay estudios que relevan está información, sobre todo, la alergia al huevo es la que más casos se da y después los niños/as pueden volver a comer dicho alimento. Dentro del ámbito familiar, un caso referente a como las alergias pueden desaparecer con el paso del tiempo. Mi ahijado desde pequeño en cuanto le empezamos a dar el huevo de gallina de la manera que el médico nos indicaba, se ponía lleno de granos, y llegaba algunas veces hasta costarle respirar. Él cada vez que se sentaba en la mesa con nosotros nos miraba con cara de pena, por ejemplo, cuando comíamos tortilla de patata, y él tenía conciencia de que sí la comía se iba a poner malo y lo pasaba muy mal. Un día, alguien cercano nos dijo que probáramos a darle huevo de codorniz para ver si también reaccionaba de la misma manera, y probamos a dárselo y no le paso nada, y se puso muy contento. Después de haberle comentado al médico lo del huevo de codorniz, al cabo de un tiempo nos dijo que volviéramos a probar con el de gallina y, es el día de hoy, que ya puede comer el huevo tanto de gallina como de codorniz de todas las maneras posibles sin que le llegue a pasar nada. Mi ahijado es uno de esos casos en los que los niños llegan a tener una alergia alimentaria que con el tiempo desaparece.

Centrándonos en el tema, después de descubrir un poco lo que son las alergias y cuáles las más comunes, los centros educativos deben saber cómo atender ante cualquier alergia bien ya la hayan desarrollado o la desarrollen durante su proceso de enseñanza con el niño.

Los educadores, hoy en día, sienten miedo al no saber alguna información de cómo tienen que tratar o cómo deben de actuar con los niños. También, hay que decir, qué en el proceso de preparación para ser educador o maestro en educación infantil, no hay una información sobre ello ni de cómo se debe actuar ni de las alergias que hay, las llegas a conocer si eres padre o madre por todo lo que el médico te enseña una tabla sobre las alergias que tu hijo o hija puede llegar a desarrollar, o si lees informes o libros sobre este tema.

Para no tener miedo y hacer frente a esto, los centros educativos deben tener en cuenta cómo se puede ver afectado un niño/a ante cualquier reacción alérgica alimentaria:

- En primer lugar, se debe tener en cuenta una primera prevención, destacada como importante porque al principio del curso se les debería dar a las familias un formulario donde los padres detallen las posibles alergias de sus hijos/as para poder ser controladas en el centro, y si llevan medicación o tratamiento específico adjuntar un informe médico con el diagnóstico, para si se diera el caso en el centro saber lo que hay que hacer. Los padres o madres deberán firmar un consentimiento para los profesores de su hijo/a puedan darles los medicamentos cuando se vean afectados. Este informe que se recoja, deben tenerlo tanto los profesores del aula habitual del niño como el personal del comedor y la cocinera para que le prepare el menú adecuado.

- Posteriormente, de haber recabado la información y recoger el informe médico, los profesores y educadores deberían de tener una formación en este ámbito, bien por su cuenta o bien porque el propio centro cuente con un auxiliar de enfermería y les pueda aconsejar a la hora de este incidente mediante una charla o un curso.

- Para finalizar, se deberían conocer las normas a seguir sobre el reconocimiento y tratamiento precoz ante estas reacciones y haciéndole hincapié que cualquier cantidad, aunque sea mínima, que ingieran de dicho alimento puede tener graves consecuencias. Los profesionales dicen que los niños deben estar identificados, y en las mesas del comedor “separados” para evitar riesgos y contactos innecesarios. En los comedores escolares, se trabaja con los niños/as de manera que sean identificados bien sea a través en a la hora de la entrada al comedor sea el primero en entrar y se siente en la bandeja que le mande el monitor, o bien sentándose donde haya una bandeja distinta o de otro color para diferenciarla de la comida de los demás. Sus compañeros que están sentados al lado saben perfectamente porque él/ella tiene una bandeja distinta a la suya y que no le deben dar comida que no sea la de él/ella porque siempre nada más empezar al comedor se le explica a todos los niños/as porque hay distintas bandejas y que deben hacer.

Algunas educadoras piensan que sus preocupaciones les vienen a partir de que a lo mejor no se dan cuenta (no por un despiste) sino porque el niño hay veces que tampoco sabe lo que puede y no puede comer, ya que los niños entre la etapa de 0 a 3 años siempre están bajo el cuidado de sus padres y sus cuidadores y los niños no son consciente de lo que comen. Es a partir de los 3 años en adelante cuando ya el niño sabe lo que puede comer y cuando tiene que decir que no aquello que mismamente sus compañeros le pueden dar a la hora de la merienda que traiga distinto a lo de él o ella.

Otra de las preocupaciones, que se considera importante destacar, es que los educadores son profesionales de la enseñanza y no son auxiliares de enfermería y que a la hora de suministrar la medicación no lo hagan de la mejor manera, como lo haría un profesional y pueda implicar que la reacción vaya a más posteriormente.

Los propios educadores señalan que por parte de la comunidad educativa del centro o la comunidad educativa en general debería de haber una mayor implicación en este tema e incluso con un curso de primeros auxilios sobre el tema. Hay educadores que se ven muy capacitados para ello a la hora de suministrar la medicación y hay otros incapaces de hacerlo por el “medio” que les causa, aunque ellos son conscientes de lo peligroso que es sino lo hacen.

De otra manera, si en la propia escuela o colegio desarrollan la alergia cómo deberían de comunicárselo a los padres y cómo decírselo al niño. No hay unas pautas específicas que digan cómo debe ser ese trato, de todas maneras, siempre deben comunicárselo de tal manera que no se deje caer directamente, sino que explique el caso y cómo se ha llegado a desarrollar, y cómo deberían de actuar ahora tanto en casa como en la escuela. Luego a la hora de comunicárselo al niño, debe ser más comunicativo tratando que el menor entienda la situación y evite en todo lo posible la ingesta de los alimentos que le causan la alergia.

Por último y, en definitiva, los educadores deberían estar “SIEMPRE” en alerta en el aula con todas las cosas que les rodea a los niños, y en especial, en aquellos “etiquetados” como niños que presentan alguna alergia.