¿Por qué es importante desarrollar la inteligencia emocional?
Son diversas las situaciones que reclaman una intervención familiar, educativa y social en el ámbito
de la inteligencia emocional.
En primer lugar, el bajo nivel de competencia emocional del colectivo de adolescentes demuestra
un observable “analfabetismo emocional” que desemboca en comportamientos
desadaptativos, como por ejemplo: el consumo de sustancias nocivas, trastornos alimentarios, violencia de genero,
aumento de embarazos no deseados, tasa de suicidios y numerosos actos de violencia dentro y
fuera del ámbito escolar... también se enfatiza la importancia del desarrollo emocional como complemento
indispensable del desarrollo cognitivo.
Desde el punto de vista psicopedagógico, se ha observado la necesidad de la intervención socio
-emocional debido a los altos índices de fracaso escolar, dificultades de aprendizaje,
abandono de los estudios, dificultades en la relación con los compañeros y compañeras… Esto
provoca un claro déficit de madurez emocional y estados emocionales negativos, provocando así la
escasa actitud y motivación de las personas estudiantes ante el mundo académico.
En segundo lugar, el desarrollo de la
inteligencia emocional trata de mejorar las relaciones interpersonales del alumnado y su bienestar subjetivo.
En conclusión, las emociones y, por lo tanto, las estrategias emocionales se pueden enseñar
y aprender, en cambio, y aunque no esté demás enseñar
conceptos relacionados con diferentes áreas, la institución educativa debe promover el desarrollo
integral de la persona, en el que la dimensión emocional es esencial.
¿Qué es la educación emocional?
Proceso educativo, continuo y permanente que pretende potenciar el desarrollo emocional
como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos
esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Capacitar al alumnado de conocimientos y
competencias emocionales que le permitan afrontar la vida tanto personal como profesional con
éxito y aumentar su bienestar a nivel de salud y de convivencia.
Estrategias de intervención en educación emocional.
Existen diferentes estrategias y
procedimientos de cómo poner en práctica la educación emocional:
• Orientación ocasional: el personal docente aprovecha la ocasión del momento para
impartir conocimientos relativos a la educación emocional.
• Programas en paralelo: se utiliza el horario extraescolar y de forma voluntaria.
• Asignaturas optativas: se ofertan asignaturas optativas sobre la educación emocional.
• Acción tutorial: el departamento de orientación, en colaboración con las personas
tutoras del centro, desarrollan un plan de acción tutorial.
La función tutorial es una actividad orientadora que realiza la persona tutora, vinculada estrechamente al propio proceso educativo y a la práctica docente, dentro del marco de
la concepción integral de la educación. No es una función aislada, sino una actuación
educativa que debe realizarse de forma colectiva y coordinada.
• Integración curricular: integrar los contenidos de la educación emocional de forma
transversal a lo largo de las diversas materias académicas, y a lo largo de todos los
niveles educativos. El profesorado de cualquier materia puede incluir en ésta, al mismo
tiempo que la está explicando, contenidos de carácter emocional. El programa
debería estar integrado en el currículum mediante materiales preparados para ajustarse a
las diferentes unidades didácticas.
• Educación para la ciudadanía: este nuevo espacio, dentro del marco del desarrollo de
conceptos, habilidades y actitudes necesarias para la convivencia de las personas, el
entrenamiento en las competencias emocionales podría ser una herramienta necesaria.
Programa de educación emocional para la Educación Infantil.
Un programa es un plan de acción o actuación, sistemática y organizada, al servicio de metas
educativas que se consideran valiosas. Una intervención por programas es una estrategia distinta
a una intervención espontánea, sin perspectivas de continuidad.
Fases del programa:
1. Análisis de contexto: contexto ambiental, estructura, formato (duración), recursos,
situación del profesorado, clima del centro…
2. Identificación de necesidades: destinatarios/as, objetivos…
3. Diseño: fundamentación, formulación de objetivos, contenidos a desarrollar, selección
de actividades, recursos, plazos, destinatarios/as, criterios de evaluación y costes.
4. Ejecución: puesta en marcha de las actividades. Atención a posibles variaciones.
5. Evaluación: no basta con ofrecer valoraciones, la evaluación consiste en uno de los
elementos básicos.
Por ello, la intervención en el modelo de programas en educación emocional debería incluir como
mínimo las siguientes fases: objetivos, contenidos, metodología, actividades y evaluación.
Objetivos de la educación emocional.
- Promover el desarrollo integral del alumno y alumna.
- Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.
- Identificar las emociones del resto.
- Desarrollar la habilidad para regular las propias emociones.
- Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas.
- Desarrollar la habilidad para generar emociones positivas.
- Desarrollar la habilidad de automotivarse.
- Adoptar una actitud positiva ante la vida.
- Mejorar las relaciones interpersonales.
- Desarrollar las habilidades de vida para el bienestar personal y social.
- Desarrollar la capacidad para prevenir y controlar el estrés, la ansiedad y los estados depresivos.
- Tomar conciencia de los factores que inducen al bienestar subjetivo.
- Desarrollar el sentido del humor.
- Desarrollar la capacidad para diferir recompensas inmediatas en favor de otras recompensas mayores pero que se obtienen más a largo plazo.
- Desarrollar la resistencia a la frustración.
Desarrollo emocional en la Educación Infantil.
Los y las recién nacidos/as ya sonríen, expresan asco y malestar, y hacia el primer mes manifiestan
sorpresa, interés, alegría y señales de tristeza y miedo.
- Durante el primer mes de vida, los y las bebés reaccionan con expresiones sonrientes o
de satisfacción ante el tono emocional y el contacto afectivo de padres y madres.
- Entre el cuarto y séptimo mes, hacen aparición las expresiones de angustia que dirige a
la persona u objeto que ha causado el malestar. Generalmente son las madres las que
regulan dichas expresiones emocionales a través de juegos y expresiones de modo que el niño o la niña imita el modelo materno.
- Entre el cuarto y séptimo mes, los y las bebés son capaces de asociar las expresiones
emocionales o su significado emocional y responder adecuadamente a las muestras de
afecto.
- El miedo se incrementa hacia los ocho meses, suscitado por el desarrollo de las
estructuras de memoria que permiten al niño o niña discriminar y asociar mejor la
situación experimentada con hechos anteriores.
- Hacia los seis meses, los niños y las niñas logran darse cuenta de que su existencia es
independiente de los objetos y de las personas con las que se relacionan habitualmente.
- Entre los seis y catorce meses se produce una fuerte ansiedad por la separación de la
madre.
- Entre los siete y doce meses el bebé empieza a darse cuenta de las causas que
le ocasionan malestar y con ello aumenta la eficacia del repertorio de conductas
reguladoras de las emociones negativas, añadiendo a conductas como la succión y el
balanceo el alejamiento del estímulo o acercamiento a la fuente de consuelo (la madre)
cuando el niño o la niña tiene una cierta movilidad.
- Hacia finales del primer año, el incremento motriz -gatear y andar- permite a los niños y
las niñas regular las emociones de forma más eficaz, puesto que pueden acercarse o
retirarse de los estímulos.
- Con el desarrollo de la conciencia de sí mismo/a y el desarrollo del lenguaje y la
interacción social –entre los dieciocho y veinticuatro meses- surgen las emociones
autoinconscientes o sociomorales como la vergüenza, el orgullo, la envidia, la culpa…
- A partir de los dieciocho meses, los niños y las niñas hablan sobre sus propios estados
de ánimo y sobre las emociones de otras personas.
- A partir del primer año se desarrolla la autoconciencia, y el niño o la niña empieza a manifestar algunas conductas de consolación a la persona que muestra tristeza. Con
el desarrollo cognitivo y la adquisición del lenguaje, estas conductas empáticas se van
haciendo progresivamente más reflexivas y complejas. El lenguaje hablado permite el
acceso al juego simbólico.
- El desarrollo de la comprensión emocional promueve el desarrollo de la conciencia de sí
mismo/a que, conjuntamente con el desarrollo social -entre los dieciocho y veinticuatro
meses-, promoverá el surgimiento de las emociones sociomorales o autoconscientes. En
este período el niño o la niña no sólo siente y expresa las emociones, sino que además
es capaz de interpretar y evaluar sus estados emocionales internos, pudiendo de esta
manera valorar los aspectos que promueven sus conductas.
- Aunque normalmente los enojos aparecen sobre los dos meses, cuando alcanzan
mayor intensidad y espontaneidad es entre los siete y diecinueve meses, período que se
caracteriza por la aparición de diferentes miedos, ansiedades o enfados, como resultado
de la mayor capacidad para asociar las causas que provocan malestar.
- A los dos años, los niños y las niñas tienen una comprensión muy limitada de la
diferencia entre la vida mental y la conducta.
- Hacia los tres o cuatro años, las ideas de cómo funciona la mente empezarán a estar
suficientemente organizadas y diferenciadas como para calificarlas de teoría.
Hola!
ResponderEliminarLa educación emocional ha sido un tema tabu hasta hace muy pocos años y que en algunos centros aún se trata como si fuese parte del currículo oculto.
La educación emocional debería de ser una parte más de las calificaciones ya que es lo que realmente te ayuda a formar tu persona. Las calificaciones de conceptos (matemáticas, lengua...) no te hacen formar tu manera de ser, si no que solo se valorá la capacidad de memorización que tengas y no te valoran como persona.